Caja Mediterráneo, un gigante con pies de barro
Asamblea general de la CAM, este miércoles, en Alicante. | Ernesto Caparrós
La soledad de Caja Mediterráneo (CAM), tras la salida del Banco Base de CajAstur y las cajas de Extremadura y Cantabria, es la imagen de la crisis del ladrillo que se precipitó en la costa oriental española con furia a partir de 2008. Como ha sucedido en otros ámbitos de la economía, la medida del agujero se ha medido por las consecuencias. Siempre tarde. Aunque en el caso de CAM el baño de realidad está resultando especialmente amargo. Apenas tres años después del estallido de la burbuja, acude al Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (Frob) para someterse a una nacionalización, con la intención de evitar ser intervenida.
A ellos se añaden otros 800 millones ligados a Hansa Urbana, de la que controla el 24% del capital, además de la paralización de sus proyectos urbanísticos estrella en Alicante (Plan Rabassa) y Valencia. A cierre del ejercicio 2010, el 80% de las empresas promotores y hoteleras participadas por la caja alicantina, dentro y fuera de España estaba en pérdidas.
Exposición al ladrillo
La CAM acumula a día de hoy 450 millones de euros en riesgo con el grupo de Enrique Ortiz, empresario alicantino presidente del Hércules CF, implicado en dos de las supuestas tramas de corrupción que se investigan en la Comunidad Valenciana, Gürtel y Brugal.A ellos se añaden otros 800 millones ligados a Hansa Urbana, de la que controla el 24% del capital, además de la paralización de sus proyectos urbanísticos estrella en Alicante (Plan Rabassa) y Valencia. A cierre del ejercicio 2010, el 80% de las empresas promotores y hoteleras participadas por la caja alicantina, dentro y fuera de España estaba en pérdidas.
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